Diario de aprendizaje. Unidad 2. Explorar mi identidad docente. Paso 1. Reflexión individual.

¿Qué me motiva para ser docente? Muchas cosas, demasiadas para enumerlas. Podría decirse que es una filosifía de vida. Como habría dicho mi suegro, QEPD, “Ein Mal Lehrer, immer Lehrer“. Es decir, es casi una opción personal de vida.

¿Qué me entusiasma de mi profesión? Cada día es una experiencia nueva. Muchos docentes entran en el bucle de la repeteción. Yo llevo un diario de clases y cuando comparo un curso con el anterior, nunca una clase, una actividad, una redacción, una conversación se desarrolla con un grupo de chavales igual que con el del curso siguiente.

¿Qué hago bien como docente? Yo esto lo contestase yo, caería en la autocomplacecia. Yo quiero creer que todo lo hago bien, porque en todo pongo mi empeño. Si hago algo es para hacerlo bien. Claro que el resultado puede ser distinto al de mi intención… Si algo puedo destacar es mis ganas de hacer bien mi trabajo.

¿Qué estrategias me ayudan a hacer bien mi trabajo? No dejar margen para la improvisación. Planificar, preparar, anticipar dificultadas y, al mismo tiempo, no perder la cordura ni la calma porque las cosas no salgan como estaba todo pensado. Trabajando en un centro con 700 alumnos y 100 profesores, todos ellos personas, hay siempre un alto porcentaje de que ocurrar “cosas” que nos hagan salirnos del guión. Siempre habra un mañana para recuperar…

¿En qué aspectos me interesa mejorar? Aceptar que el alumnado de hoy no es el que había cuando yo estudiaba, ni cuando yo trabajaba en academias, ni cuando hice mis prácticas, ni siquiera cuando empecé en esto. Las generaciones, las sociedades van cambiando y hay que adaptarse a sus necesidades sin perder la identidad necesariamente.

¿Qué es lo que más me preocupa/inquieta de mi profesión? La sociedad se vuelve cada vez más compleja. Familias que se descomponen, parejas que se separan o tienen problemas o no hacen su labor de padres y madres porque tienen que trabajar -nosotros no, no estamos trabajando al parecer- … Alumnado desorientado en lo personal y en lo académico, que pasa tiempo solo sin comunicación con su familia. Recibimos inmigrantes sin conocimiento del idioma a los que hay que tratar simplemente con la elaboración de un PTI cuando a veces ni siquiera conocen nuestro alfabeto. A un docente tipo se le pide que compruebe si un alumno ha apuntado los deberes en la agenda, si el disléxico y el asperger han comprendido la actividad, si el que tiene riesgo de autolesionarse está triste o contento, si el hiperactivo está atento, si los dos pintas que están atrás están con el móvil, haciendo un agujero en la pared o destrozando la silla o la mesa, si el que va mal en la materia se está poniendo al día, si el de altas capacidades está aburrido vivo o está haciendo la actividad de enriquecimiento aconsejada… Y todo esto al mismo tiempo que se pregunta por qué Windows tarda tanto en arrancar, por qué no funciona internet, qué pasa con el proyector, por qué la web para poner las faltas de asistencia del alumnado me dice que no tengo centro asociado… Los docentes tenemos que compensar y hacer de familia, psicólogos, terapeutas, “aplicadores de protocolos”, todo lo cual no nos deja tiempo para lo que de verdad quisimos hacer desde un principio: ser docentes. Lo de ser educador hoy en día se confunde con servicio gratuito de guardería-psiquiatría-centro-de-custodia-de-menores-con-dificultades… Y todo ello sin mencionar que muchos docentes somos coordinadores de programas, jefes de departamento, jefes de estudios, etc… Pero eso sería otra historia para otro momento.

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